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El
70% de los apoya cabezas no es seguro en colisiones traseras
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Un
estudio de varios clubes del automóvil demuestra
que solamente los apoyacabezas "activos" previenen
y reducen las lesiones cervicales producidas como consecuencia
del efecto denominado "latigazo". Siempre
que se habla de la siniestralidad del tráfico,
se piensa en accidentes ocurridos en carretera y a alta
velocidad. Sin embargo, pocos se acuerdan de los que
tienen lugar en las ciudades, cuando apenas se circula
a 50 por hora. |
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Pues
bien, este escenario es en el que se produce la inmensa
mayoría de las colisiones por alcance trasero,
el segundo tipo de siniestro más numeroso y del
que se derivan lesiones cervicales a consecuencia del
efecto denominado latigazo.
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Esa
gráfica denominación se debe a la similitud
que hay entre un latigazo y la violenta sacudida que
sufre el cuello en estos golpes: la cabeza se desplaza
a gran velocidad hacia adelante para luego retroceder
con brusquedad y acabar golpeando el reposacabezas
(o la parte superior del asiento). El esfuerzo físico
de esos movimientos lo soportan las vértebras
cervicales, y en ocasiones (pocas, afortunadamente)
es tan fuerte que puede acarrear la muerte. Para prevenir
y reducir estas lesiones, los apoyacabezas son los
mejores aliados. Pero no todos son igual de efectivos,
como ha demostrado un estudio realizado por 11 clubes
europeos. En el informe se evaluaron 11 automóviles,
aunque en realidad son más pues, por ejemplo,
el resultado obtenido por el Golf IV se puede hacer
extensivo a otros modelos de Volkswagen, Seat y Skoda.
Y el del Astra, al resto de modelos de Opel con apoyacabezas
similares.
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La
primera conclusión del estudio fue rotunda: para
prevenir las lesiones del efecto latigazo, los apoyacabezas
activos son muy superiores a los tradicionales. La razón
se encuentra en que estos dispositivos se desplazan
hacia adelante al producirse el impacto, amortiguando
el movimiento hacia atrás de la cabeza. Sólo
cinco (Volvo, Ford, Saab, Nissan y Opel) de los 11 modelos
disponían de sistemas activos. Una proporción
que se reduce a poco más del 30% si se consideran
todos los automóviles que se venden en Europa.
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Teniendo
en cuenta todos estos factores, sólo uno de los
asientos obtuvo la valoración general de muy
bueno. Fue el del Volvo V70 que, incluido en el resto
de modelos del constructor sueco, destaca por ser activo
en su conjunto. Ello es posible gracias al sistema denominado
WHIPS que, gracias a una bisagra en la parte inferior
del respaldo, permite que éste se mueva hacia
atrás. De esta forma, se reduce la aceleración
hacia adelante del torso en caso de choque y minimiza
el riesgo de lesiones. Además, el apoyacabezas
del Volvo no es ajustable. Esto evita que se produzca
una regulación defectuosa, lo que, como demostraron
las pruebas, empeora su eficacia. Del resto de carros
analizados, la mayoría aprobó con holgura
el estudio, aunque el Fiat Brava, el Renault Mégane
y el Mercedes Clase A lo hicieron por los pelos. Ninguno
de ellos contaba con apoyacabezas activos. |
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De
cualquier forma, el estudio reconoce los esfuerzos realizados
por los fabricantes y les recuerda que un sistema activo
no es por sí solo una garantía de buena
protección. Según los clubes, ésta
se consigue si la distancia entre la nuca y el apoyacabezas
no es muy grande y este elemento actúa de forma
óptima y rápida para reducir ese espacio.
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Cómo funciona un apoyacabezas
"activo". |
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Se
activa cuando el cuerpo presiona el respaldo en un
accidente, provocando que el reposacabezas se desplace
hacia adelante y hacia arriba. Adem‡s, los de Opel
y Saab son reversibles pues se ajustan automáticamente
en caso de varias colisiones traseras (en un choque
en cadena). Su eficacia es todavía mayor si
los cinturones cuentan con pretensores que limiten
el desplazamiento del cuerpo.
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Riesgo
de lesiones crónicas.
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La
gran mayor’a de los accidentes por alcance trasero se
produce en un rango de velocidades de entre los 10 y
los 25 kilómetros por hora y en maniobras de
circulación urbana. Por esta razón, las
lesiones derivadas del efecto latigazo suelen ser de
carácter leve. No obstante, ese daño en
la zona cervical de la columna vertebral encierra el
peligro de transformarse en una dolencia de tipo crónico.
Es lo que se conoce médicamente como el síndrome
postrauma cervical y engloba una serie de molestias,
dolores vertebrales y daños leves. |
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No
obstante, las estadísticas médicas internacionales
indican que un 18% de los ocupantes de vehículos
implicados en colisiones traseras sufre heridas que
le ocasionan la muerte. Y es que, independientemente
de la velocidad, los choques de este tipo afectan con
especial violencia a dos partes del cuerpo humano básicas
y delicadas. Por un lado, el cuello, que registra el
42% de las lesiones que se producen, y por otro, la
cabeza, con otro 19% . Menos frecuentes son las que
afectan a las piernas y los brazos, aunque hay que aclarar
que se trata, en todos los casos, de cifras obtenidas
a partir de ocupantes que viajaban con el cinturón
de seguridad abrochado. |
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Obviamente,
ese panorama se complica a medida que aumenta la velocidad
de la colisión. Y ello por dos razones: por la
mayor violencia física del impacto y por la aparición
del peligroso imponderable de que la colisión
afecte al depósito de combustible del automóvil,
provocando su explosión y el posterior incendio
del vehículo. De hecho, las pruebas de choque
más graves realizadas por los fabricantes tienen
muy en cuenta esta posibilidad, lo que hace que equipen
a los automóviles con depósitos especialmente
reforzados, en zonas protegidas y, en algunos casos,
con dispositivos que reducen la posibilidad de que se
inflamen. |
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Consejos
para los usuarios.
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La
regulación de los reposacabezas debe ser óptima.
Su borde superior deberá estar colocado a la
altura de la coronilla y no por debajo del nivel de
los ojos. Los manuales de instrucciones de los coches
incluyen indicaciones sobre este tema. Hay que tener
siempre montados los apoyacabezas traseros para proteger
a los ocupantes, aunque resten visibilidad trasera.
Para asegurar su eficacia, lo mejor es usar también
el cinturón de seguridad. Sin él, lo demás
puede ser inútil. Y, por supuesto, conviene que
los ajustes de volante y asiento sean los correctos,
ni muy lejos ni muy cerca uno del otro. |
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Metodología
de las pruebas.
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Se
realizaron en las instalaciones del club alemán
ADAC, en Landsberg. En la prueba de protección
contra la lesión por latigazo, la colisión
se hizo a 15 km/h. (equivalente al choque de un vehículo
a 30 km/h. contra otro parado). El respaldo del asiento
se situó con un ángulo de 25 grados respecto
al torso. El ajuste de la longitud, la altura y la dureza
del asiento se llevó a su posición media.
Los apoyacabezas se estudiaron con regulación
óptima (borde superior a la altura de la coronilla
e inclinado hacia adelante al máximo) y defectuosa
(lo más bajo posible e inclinados al máximo
hacia atrás). |
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